Consejos para freelancers Estrategias para la resolución de problemas: Pasos y ejemplos
Usar estrategias para la resolución de problemas es clave para aumentar las posibilidades de obtener mejores resultados. Estas son las más útiles.
El manejo de conflictos es la forma estructurada de abordar desacuerdos para entenderlos, dialogarlos y llegar a soluciones que cuiden las relaciones. Y es que estas situaciones de desacuerdo ocurren a diario en cualquier contexto (personal, educativo o laboral).
Por eso, es importante saber gestionarlos con criterio en lugar de evitarlos.
Al manejar los conflictos, mejora la comunicación, la productividad y el clima del entorno laboral. Esto aplica incluso para freelancers y equipos remotos, donde los roces por plazos, tareas o formas de comunicarse son frecuentes.
En este sentido, comprender qué es el manejo de conflictos y qué estrategias existen es el primer paso para convertir estas situaciones en oportunidades de mejora. Y en este post tienes lo que necesitas para empezar…
Son las acciones que permiten identificar, analizar y resolver desacuerdos entre personas o equipos de forma respetuosa. En otras palabras, define cómo reaccionas ante un problema y qué haces para abordarlo.
Aunque no todos los conflictos son iguales ni necesariamente “malos”.
Un conflicto puede ser positivo cuando hay espacio para el diálogo, el respeto y la apertura. Pero también puede ser negativo cuando el desacuerdo se ignora, se personaliza o deriva en ataques personales.
De ahí la importancia de trabajar el manejo y resolución de conflictos para mantener relaciones laborales saludables y tomar decisiones más efectivas.
Los conflictos suelen surgir por una combinación de factores humanos y organizativos. Si bien las razones pueden variar, estas son las causas más comunes:
Comunicación deficiente y malentendidos. Cuando la información se transmite de forma incompleta, se interpreta a medias o cada persona asume cosas distintas, es fácil que aparezcan roces.
Recursos limitados. La falta de tiempo, herramientas, presupuesto o personas para cubrir las tareas puede incrementar la tensión y las disputas dentro de los equipos.
Diferencias de valores y expectativas. Todos tenemos nuestro propio modo de pensar y de trabajar, y si no se hablan esas diferencias a tiempo, surgen las tensiones.
Presión laboral y competencia interna. Plazos ajustados, objetivos exigentes o un ambiente muy competitivo pueden tensar las relaciones. Además, en entornos bajo presión, los pequeños desacuerdos tienden a escalar con facilidad.
Roles y responsabilidades poco definidas. La falta de estructura puede duplicar tareas, frenar la colaboración y debilitar la confianza en el equipo. Si no está claro quién debe hacer, qué o quién toma las decisiones, empiezan las confusiones y disputas por control.
Las causas no siempre se pueden evitar. Sin embargo, identificarlas a tiempo facilita la aplicación de estrategias más efectivas para la resolución de conflictos laborales.
Las estrategias en la gestión de conflictos consiste en pasar de reaccionar a buscar soluciones que favorezcan a todas las partes. Pero también hay que contar con ciertas habilidades sociales para dirigir la conversación y evitar que la tensión escale.
Por eso, las estrategias incluyen:
Escuchar. No se trata solo de oír las palabras del otro, sino de poner en práctica la escucha activa para comprender lo que realmente quiere expresar. Esto favorece el respeto mutuo, reduce los malentendidos y facilita el diálogo.
Comunicar con claridad. La comunicación efectiva y asertiva es esencial en el manejo y resolución de conflictos. Cuando ambas partes pueden hablar sin sentirse atacadas, se simplifica la búsqueda de soluciones justas y duraderas.
Mostrar empatía. Ponerse en el lugar del otro ayuda a reconocer cómo se siente y por qué reacciona de cierta forma.
Negociar. Esta estrategia se centra en encontrar acuerdos que beneficien a ambas partes en lugar de buscar “ganadores” o “perdedores”. Aunque requiere flexibilidad, creatividad y disposición para ceder en algunos aspectos.
Mediar. Cuando las partes no logran resolver el conflicto por sí mismas, recurrir a un tercero neutral puede facilitar el diálogo. Este mediador puede ayudar a mantener la objetividad y a orientar la conversación hacia soluciones concretas.
Aplicar estas estrategias de manera coherente no solo favorece la resolución de conflictos laborales, también afianza la comunicación y la confianza dentro del equipo.
Además, existen 5 estrategias clásicas de resolución de conflictos que ayudan a elegir el enfoque más adecuado según la situación:

Un departamento de ventas promete plazos muy ajustados para cerrar contratos, mientras que el equipo de operaciones siente que esos tiempos son irreales.
¿Qué hacer?
Se podría organizar una reunión entre líderes de ambos equipos usando la comunicación asertiva, donde cada parte exponga su realidad:
Ventas explica sus objetivos y presión comercial.
Operaciones detalla su capacidad real y tiempos de producción.
A partir de ese diálogo, acuerdan nuevos criterios para prometer plazos. Además, documentan los procesos y definen un canal específico para revisar casos especiales antes de confirmar fechas al cliente.
Una líder de proyecto suele pedir cambios importantes justo al final de la jornada laboral. Esto obliga a los miembros de su equipo a extender su horario casi todos los días.
¿Qué estrategia de manejo y resolución de conflictos se puede aplicar?
La negociación colaborativa.
Esto implica sentarse a aclarar expectativas, revisar objetivos y hablar de límites realistas. Como resultado, se acuerda que:
Los cambios se solicitarán con un margen mínimo de tiempo.
Solo las verdaderas urgencias se atenderán fuera del horario establecido.
Con estos límites claros, se reduce la sensación de abuso de tiempo y mejora la relación entre ambas partes.
Un equipo de marketing que trabaja a distancia comienza a tener conflictos por cambios de última hora, briefs poco claros y falta de seguimiento.
Para la gestión de conflictos se pueden:
Definir canales claros para pedir cambios y documentar acuerdos.
Centralizar la información en Google Workspace (briefs, tareas, materiales).
Programar reuniones breves por Slack o Google Meet para alinear expectativas y resolver dudas en tiempo real.
Con estos ajustes, disminuyen los malentendidos y el equipo recupera un flujo de trabajo más ordenado y colaborativo.
Un ambiente donde los conflictos se abordan de forma abierta y respetuosa contribuye al bienestar emocional de las personas.
Sin embargo, los beneficios de una buena gestión de conflictos van más allá de eso:
Fomenta la innovación y la creatividad. Cuando las ideas diferentes se valoran y no se perciben como amenazas, hay mayor libertad para proponer soluciones y cuestionar procesos que ya no funcionan.
Fortalece las relaciones laborales. Cuando los desacuerdos se expresan sin miedo a represalias, es más fácil construir vínculos de respeto mutuo.
Mejora la productividad. Al reducir las tensiones internas y malentendidos, el equipo se concentra en sus objetivos y se compromete más con los resultados.
Crea ambientes de trabajo más saludables. Reducir la fricción constante hace que el equipo perciba el espacio de trabajo como un lugar seguro para aportar y crecer.
Mejora la experiencia del cliente. Los equipos que no están peleados entre sí suelen coordinar mejor, cometer menos errores y responder más rápido.
La resolución de conflictos laborales significa que los líderes y colaboradores aprenden a negociar, escuchar y dar feedback sin confrontación. En consecuencia, mejora la calidad del liderazgo en general.
Los conflictos son inevitables en cualquier entorno laboral donde conviven ideas, intereses o estilos de trabajo distintos. Lo importante es saber qué hacer para mejorar la situación, ya que de eso depende de que la empresa o negocio se estanque o avance.
Por eso, la empatía y una estructura clara son esenciales. No solo para entender las causas reales del desacuerdo, sino también para transformarlas en un punto de aprendizaje. Como resultado, se crea un entorno de concentración y propósito, lo que favorece el Deep Work para enfocarse en lo más importante, sin distracciones.
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Es el conjunto de acciones orientadas a identificar las causas de un conflicto y resolverlo de manera justa. Su objetivo es transformar desacuerdos en una oportunidad de aprendizaje, mejorando la comunicación y la colaboración.
La negociación, la mediación y la búsqueda de acuerdos conjuntos son las más populares. Todas buscan generar acuerdos justos y fortalecer las relaciones, evitando que el conflicto se agrave o afecte los resultados.
La clave está en la organización y la transparencia. Esto implica establecer canales de comunicación claros, usar herramientas colaborativas y mantener reuniones periódicas para minimizar la posibilidad de malentendidos.
Empatía, comunicación asertiva, escucha activa y control emocional. Habilidades que permiten comprender distintas perspectivas y mantener el equilibrio al momento de negociar o tomar decisiones.
Fuentes:
El compromiso y el bienestar de los empleados
Los países tienen fronteras. Tus finanzas, ya no.
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