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La publicidad y propaganda suenan parecidas por ser formas de comunicación persuasivas, pero son distintas. La primera busca promocionar productos, servicios o marcas y la segunda se orienta a difundir creencias, valores o causas políticas, religiosas o sociales.
Aun así, en redes o en televisión muchas veces no queda claro si quieren venderte algo o convencerte de una idea.
Por eso, en este post te ofrecemos definiciones simples, diferencias clave, ejemplos cotidianos y cómo se conectan hoy con el marketing digital. Así, podrás usar cada enfoque de forma más estratégica en tu negocio o como freelance.
Es un tipo de estrategia de comunicación que destaca productos, servicios o marcas para persuadir al público y generar interés, recordación y, finalmente, compras.
La publicidad se reconoce por varias características importantes:
Objetivo. Impulsar ventas, conseguir nuevos clientes potenciales y fortalecer el posicionamiento o la reputación de una marca.
Ámbito. Se mueve principalmente en el terreno comercial y del consumo, está ligado al marketing y al branding.
Emisor. Suelen ser negocios, empresas, marcas personales, e-commerce, freelancers u organizaciones que ofrecen algo al mercado.
Medios típicos. Anuncios en TV y radio, carteles, redes sociales, buscadores (SEM), banners, videos online, email marketing y otros formatos digitales u offline.
La publicidad es una pieza más de la mezcla de mercadotecnia y permite a las marcas hacerse visibles y competir por la atención del público.
Es una forma de comunicación orientada a difundir ideas, valores o creencias con la intención de influir en cómo las personas piensan o actúan.
Al centrarse en ideas más que en productos, la propaganda se distingue por las siguientes características clave:
Objetivo. Ganar adeptos, modificar actitudes o reforzar una ideología o forma de ver el mundo.
Ámbito. Se mueve en el campo político, ideológico, religioso y social, a menudo a través de campañas ideológicas y acciones de comunicación política.
Emisor. Gobiernos, partidos políticos, organizaciones religiosas, movimientos sociales, ONG y otras instituciones vinculadas a causas colectivas.
En contraste con la publicidad comercial, suele apoyarse con más fuerza en las emociones y busca efectos de largo plazo en creencias y comportamientos. Aunque esa no es la única diferencia…
La diferencia entre publicidad y propaganda se percibe en su finalidad, en el tipo de mensaje y en el contexto donde aparecen.
Aquí algunas diferencias importantes:
Publicidad | Propaganda | |
Objetivo principal | Impulsar ventas, generar clientes potenciales y fortalecer la imagen de una marca. | Instaurar, reforzar o cambiar ideas, valores o causas políticas, religiosas o sociales. |
Contenido del mensaje | Habla de beneficios, características, precios, promociones y llamadas claras a la acción. | Se centra en ideología, identidad colectiva, emociones y promesas de cambio social o político. |
Ámbito y contexto | Mercado, consumo, branding de empresas, profesionales y marcas personales. | Campañas ideológicas, políticas, sociales o institucionales y comunicación política, incluidas campañas de concientización. |
Temporalidad | Campañas acotadas, ligadas a lanzamientos, temporadas o fechas específicas. | Mensajes repetidos durante largos periodos para modificar creencias y comportamientos. |
Medición de resultados | Métricas concretas: ventas, clics, registros, conversiones, retorno de inversión. | Indicadores menos directos: opinión pública, intención de voto, apoyo o rechazo a una causa. |
Connotación | Se percibe como parte normal de la actividad comercial, con tono neutro o positivo. | Suele asociarse con la manipulación o sesgo, pero su sentido básico solo alude a difundir ideas. |
Por tanto, no es correcto usar la publicidad y propaganda como sinónimos, aunque utilicen recursos similares y aparezcan en los mismos medios; ambas persiguen metas distintas y se apoyan en lógicas diferentes.
A diario vemos publicidad y propaganda mientras navegamos en redes, revisamos noticias, videos o interactuamos con contenido creado por marcas, instituciones y figuras públicas.
Pero para que tengas más clara, la diferencia entre publicidad y propaganda, te compartimos algunos ejemplos de cada una:
Bebida refrescante. Anuncio en TV e Instagram donde un grupo de amigos brinda con la bebida y el mensaje “Comparte el momento” junto al logo. Como los clásicos comerciales de Coca-Cola. Su objetivo es asociar el producto con diversión entre amigos y aumentar las ventas.
Tienda online de moda. Campaña de Buen Fin en redes sociales mostrando outfits con “-40% solo hoy” y botón “Comprar ahora”. Busca generar compras rápidas durante la temporada de ofertas.
Remarketing en e-commerce. Anuncios que te aparecen cuando dejas el carrito abandonado con el texto “Aún te espera en tu carrito” y un pequeño incentivo de descuento. Pretende recuperar ventas que estuvieron a punto de concretarse.
Campaña para fomentar el voto. Carteles y anuncios con una urna y el mensaje “Tu voto cuenta. Participa este domingo”. Su propósito es aumentar la participación ciudadana en las elecciones.
Partido político en campaña. Spot con escenas de familias y trabajo acompañado de lemas como “Más seguridad, mejor futuro. Vota por nosotros”. Busca asociar al partido con estabilidad y conseguir apoyo en las urnas.
Organización social o religiosa. Imagen del planeta o de personas colaborando con el mensaje “Cuidemos la casa común. Súmate a la causa”. Su intención es sumar personas a una causa y promover cambios de actitud a largo plazo.
En el entorno digital, los mensajes no solo aparecen en anuncios, sino también en cualquier texto de marketing de contenido. Esto incluye artículos de blog, guías o newsletters que refuerzan la misma idea de la campaña.
La publicidad y propaganda son formas de comunicación persuasiva y planificada, ambas buscan influir en lo que piensas, sientes o haces. De igual forma, definen un público objetivo, eligen un mensaje central y seleccionan los canales más efectivos para difundirlo.
Lo que nos lleva a la siguiente similitud, que es utilizar prácticamente los mismos medios:
Televisión.
Radio.
Prensa.
Carteles en la calle.
Redes sociales.
Buscadores.
Videos online.
Email marketing y cualquier soporte digital o tradicional que permita llegar a la audiencia adecuada.
Por otro lado, comparten técnicas como:
Uso de emociones. Apelan a la esperanza, la alegría, la empatía, al miedo o el deseo de pertenecer a un grupo.
Repetición del mensaje. Eslóganes, frases cortas y conceptos que se repiten hasta quedar grabados en la memoria.
Figuras de autoridad o referentes. Se asocian con celebridades, expertos, líderes de opinión o influencers que respaldan el mensaje.
Recursos visuales y narrativos. Utilizan imágenes impactantes, storytelling, música y colores pensados para reforzar la idea principal.
Es por ello que a simple vista pueden parecer lo mismo, ya que usan canales y técnicas similares. La diferencia radica en cuando miramos qué quieren conseguir con ese mensaje: vender algo o difundir una idea o causa.
En la actualidad, buena parte de la publicidad y la propaganda pasa por una pantalla.
La publicidad, por un lado, se integró por completo a las estrategias online:
Aparece en anuncios de redes sociales, videos cortos, banners y email marketing
Se apoya en distintas herramientas de marketing digital para segmentar audiencias, medir resultados y optimizar campañas.
En conjunto, forma parte de una estrategia pensada para atraer tráfico, generar leads y reforzar la marca. Algo clave para triunfar como freelance de marketing digital.
La propaganda, por otra parte, también se trasladó al entorno digital:
Campañas políticas, religiosas o sociales utilizan redes, videos virales y comunidades online para difundir ideas y sumar apoyo.
Se vale de las mismas técnicas persuasivas que la publicidad.
Sin embargo, esto hace que, en muchos casos, la frontera entre publicidad y propaganda sea menos clara. Las marcas incorporan causas sociales en sus anuncios y los gobiernos comunican políticas públicas con recursos propios del marketing.
En este sentido, la ética cobra peso, por lo que resulta imprescindible saber qué se dice, cómo se dice y hasta dónde se busca influir. Así que, cuidar la veracidad de los mensajes y evitar la desinformación o las fake news es tan importante como lograr impacto.
La publicidad es la opción adecuada para negocios, marcas personales, freelancers o tiendas online que quieren:
Lanzar un nuevo producto o servicio.
Comunicar promociones, descuentos o campañas de temporada.
Diferenciar tu marca frente a la competencia y reforzar su posicionamiento.
Si tu objetivo es mover al público hacia una acción concreta de compra, lo ideal es utilizar la publicidad. En cambio, cuando la prioridad no es vender, sino instalar o reforzar ideas y causas, hablamos de hacer propaganda para:
Atraer la participación ciudadana, como invitar a votar, donar sangre o reciclar.
Enviar mensajes vinculados a ideologías políticas, creencias religiosas o movimientos sociales.
Cambiar hábitos o formas de ver el mundo (seguridad vial, igualdad de género, cuidado del medio ambiente, etc.).
Para un negocio o un profesional independiente tiene más sentido pensar en campañas de marketing y anuncios que reflejen lo que la marca defiende.
La publicidad y la propaganda comparten técnicas, canales y el uso de la emoción, pero no persiguen lo mismo. La primera persuade para vender, mientras que la segunda lo hace para modificar ideas y comportamientos.
Como freelance o emprendedor, entender esta diferencia te ayuda a definir tu enfoque y diseñar estrategias persuasivas claras, éticas y alineadas con tu negocio.
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La publicidad busca vender productos/ servicios dentro del ámbito comercial. En cambio, la propaganda intenta difundir ideas, valores o causas sociales, políticas o religiosas, por lo que sus objetivos son completamente distintos.
Sí, la publicidad puede apoyarse en valores como inclusión o sostenibilidad para conectar mejor con su audiencia, pero su propósito sigue siendo vender. Pero si el mensaje pretende moldear opiniones o comportamientos, ya actúa más como propaganda.
No toda propaganda tiene una intención negativa. Muchas campañas se orientan a impulsar conductas beneficiosas, como reciclar o votar. Solo se considera dañina cuando recurre a datos engañosos o emociones extremas para influir sin transparencia.
No. La publicidad se evalúa con métricas directas como ventas, clics o registros. La propaganda mide cambios en percepción pública, intención de voto o apoyo social, variables más lentas y difíciles de cuantificar con precisión.
Ocupan un rol central: permiten segmentar audiencias, amplificar mensajes y combinar formatos visuales o interactivos. También facilitan que contenidos políticos, comerciales o sociales se vuelvan virales, lo que aumenta su alcance, pero también el riesgo de desinformación.
Fuentes:
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